Créanme, no les interesa que yo les cuente nada de esta película. Cuanto mayor sea su desconocimiento sobre la misma, más disfrutarán con la experiencia. Ya que lo que se van a encontrar en este “Searching for sugar man” no es la historia de un artista, ni siquiera el intento de volver a la palestra de alguien cuyo éxito hace tiempo que fue olvidado. Lo que se van a encontrar en esta película es una investigación. Y ahí radica gran parte de la originalidad y el encanto de esta película, que la acerca al relato de las pesquisas detectivescas de un Sherlock Holmes, o al “Zodiac” de David Fincher.
No hay crimen propiamente dicho en “Searching for sugar man” (al menos no lo hay en sentido estricto), y la labor de su director no ha sido la de un detective, ya que la investigación que vamos a presenciar tuvo lugar hace ya varios años. Malik Bendjelloul, asume aquí el papel de un Dr. Watson, que nos relata toda la pesquisa, retrotrayéndose a su origen remoto, para luego centrarse en la trama detectivesca y en los protagonistas de la misma, auténticos detectives musicólogos (como se les interpela desde las anotaciones de la reedición de un disco) dispuestos a mover Roma con Santiago, en busca de un mínimo rastro de su artista favorito, y que acabarán encontrando muchísimo más de lo que nunca hubieran imaginado.
Malik Bendjelloul ha sido valiente, y aunque pudiera parecer que con la historia que tenía entre manos ya tenía gran parte del trabajo hecho, no se ha limitado a una labor de archivista que recopila entrevistas, documentación, y nos la presenta más o menos en orden. Aunque la tarea de documentación ha debido de ser ímprova a tenor de la abundancia y riqueza de la que se nos muestra, también se intercalan en la película un par de bellísimos momentos de animación, así como numerosas canciones, que contribuyen a situar al espectador en la piel de los aquellos “detectives” fascinados por un artista del que nada salvo sus canciones conocían.
“Searching for sugar man” es un peliculón que no por azar ha sido galardonado allí donde se ha proyectado: los festivales de Amsterdam, Atenas, Durban, Hamburgo, Melbourne, Moscú, Los Ángeles, Sundance, Tribeca, el In-Edit de Barcelona, las asociaciones de críticos de Washington, Los Ángeles, la National Board of Review americana, la International Documentary Association, y la única cuestión que queda por resolver es si mojará también en Donostia. Méritos para ello, no duden de que atesora.
Dricius.