La vida del norteamericano John Forté podría haberse llevado perfectamente a la gran pantalla en forma de biopic. De triunfar en medio mundo con los Fugees a ser condenado a catorce años de cárcel por tráfico de drogas, hasta que un indulto tardío del presidente Bush le concediera una segunda oportunidad. Sin embargo, poco cuenta esta película de aquella travesía por el desierto, documentando en su lugar una gira solidaria de nueve semanas por las heladas tierras del invierno ruso. O eso puede parecer en un principio, porque The Russian Winter recoge también otro viaje, mucho más sutil, al interior del propio Forté, un acercamiento íntimo que el director sueco Petter Ringbom difumina a lo largo de las muchas experiencias que se van sucediendo a lo largo de su aventura, una serie de entrevistas personales en blanco y negro o el repertorio de canciones que el artista interpreta, acompañado de su banda y diversas figuras locales como el rapero SunSay o la lituana Alina Orlova.
Con sus rastas y su chandal Adidas, el músico parte desde Moscú hacia San Petersburgo y otras ciudades desconocidas. Sin renunciar a la mirada del turista, su periplo nos deja algunos momentos impagables, como esa versión de More Beautiful Now rodeada de falsa belleza en el certamen de Miss Rusia o la emotiva visita a los niños del orfanato. No todo son buenas caras, como ejemplifica el desencuentro con el arreglista que pretende apropiarse de la autoría de una composición, pero cada circunstancia da pie a una confesión ante la cámara. En definitiva, el protagonista termina encontrándose a sí mismo en tierra extraña. Más de uno hubiese agradecido algo más de carne en el asador, incluso algún testimonio de gente como Lauryn Hill o Carly Simon, pero la honestidad de este trabajo está fuera de toda duda. Es un largo viaje a través de la nieve pero -como todo viaje que se precie- también un peregrinaje vital que purifica. No se dejen engañar por el título. Este documental puede ser de todo menos frío.
Fernando Iradier.