Diálogos Dock Of The Bay
Los Diálogos de Dock of the Bay son espacio para la conversación con diferentes invitadas e invitados, del ámbito del cine y la música. Un espacio amable y cercano donde, durante una hora y media, además de escuchar sus propuestas, poder dialogar directamente con ellas y ellos. Dos días, dos diálogos.
Te interesa si eres profesional del sector (cine, video música) o si eres estudiante. Además de para cualquier mente inquieta amante del cine y de la música.
Gracias al apoyo del Departamento de Cultura, Turismo, Juventud y Deporte de Diputación Foral de Gipuzkoa y la colaboración de Musikene.
Fuera de campo: Reinicios de la cultura
Los Diálogos de 2021 parten de una pregunta que, con mejor o peor fortuna, va dominando todas las conversaciones sobre el futuro de la música y el cine: ¿Cómo reiniciar nuestro futuro? Un panorama extraño que implica el replanteamiento de algunos de los conceptos que el lenguaje neoliberal había venido implantando en las últimas dos décadas y que, en el proceso de aceleración constante anterior a la pandemia, apenas habíamos podido plantearnos. En efecto, durante muchos años hablamos de consumir cultura -y no de nutrirnos de ella-, de generar contenidos -y no obras, textos, o experiencias-, o de monetizar actividades -y no de valorarlas. Tras el colapso del sector ha caído sobre nosotros la intuición de una cierta nostalgia: la de volver a ser espectadores y espectadoras, la de volver a participar en rituales culturales colectivos (conciertos, festivales, debates, exposiciones), la de trabajar -con todo el peso que tiene el verbo- en el terreno de la creación, la exhibición, la distribución, la crítica. Una cierta nostalgia que ha puesto de manifiesto, por un lado, las flaquezas y debilidades del sistema cultural anterior a la pandemia, pero por otro, la absoluta relevancia de los acontecimientos culturales en nuestra vida cotidiana.
En 2021 ya sabemos que hay una decidida voluntad popular de recuperar la música, el cine, el arte y sus espacios. Sabemos también que las ciudades no pueden configurarse sin dichos espacios, que la colectividad necesita huecos para ejercitar su memoria, para dejar su palabra, o simplemente, para que pueda surgir un recuerdo, un abrazo, un momento de asombro. Del mismo modo, sabemos que los mecanismos de mercado han resultado insuficientes y han generado todavía más precariedad y más desazón en los llamados “profesionales de la cultura”. Es el momento, por lo tanto, de generar la pregunta por el fuera de campo cultural: lo que estaba al otro lado de los grandes medios, de las letras de neón, de las listas de lo más vendido (¿consumido?), de las “citas ineludibles” y de lo que, como dicen los responsables de las redes sociales, “no te puedes perder”. En 2021 ya sabemos que podemos perdernos muchas cosas, pero ante todo, que el reto pasa por cuidar una manera de trabajar, producir, grabar, exhibir, programar, escribir, rodar o interpretar que, precisamente por su valentía y su libertad, impone más que nunca el compromiso con los nuevos públicos, con las instituciones, con las ideas clave de la función social -esto es, íntima- del arte.