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- 11 enero, 2014 -

La opinión de Rodri: “Nitsa 94/96 el giro electrónico”

Esta película, como tantas en la presente edición de Dock Of The Bay, habla de como, con pequeñas acciones, pequeños gestos cargados de ilusión y cariño, se construyen cosas muy grandes. Cosas que los ambiciosos gestores culturales a los mandos de mastodónticas instituciones no podrían soñar con construir. Y que se crean encadenando pequeñas acciones movidas por el amor por la música sobre todas las cosas. Y en ocasiones el azar también puede tener algo que ver.

Esta película nos lleva a la Barcelona de los primeros noventa, y a una discoteca que cambia de dirección, y cuya principal seña de identidad hasta entonces era tener una pista de baile giratoria: el Nitsa. Los nuevos gestores del Nitsa no tenían un ambicioso plan por el que su sala se convertiría en el epicentro de un movimiento tan musical, como social, y cultural, al que acabaríamos denominando “Cultura de Club”; y que se ramificaría más allá de las paredes del propio local dando lugar a festivales multitudinaros como Sonar o Primavera Sound. Ellos querían un sitio donde estar a gusto, programar los conciertos que les interesaban, y escuchar la música que les gustaba, y que no había manera de escuchar en la España de la época. Ni se imaginaban la que iban a liar…

Poco a poco, como suelen ocurrir las cosas grandes, como los aludes, o las revoluciones, las sesiones de música electrónica empezaron a ganar protagonismo sobre los conciertos, y empezó a surgir una pequeña cantera de DJs local. Estos jóvenes empezaron a viajar al extranjero en busca de nueva música, y volvieron al Nitsa cargados de vinilos; la audiencia empezó a educar su oído en estos nuevos sonidos que solo llegaban al Nitsa, y pronto quisieron más. Nitsa empezó a traer a DJs extranjeros para pinchar en sus sesiones. Las sesiones se anunciaban en unos flyers absolutamente rupturistas con el diseño establecido hasta entonces, y que se convirtieron en cotizadísima pieza de coleccionista. El jovencísimo DJ Sideral, educado en esas sesiones con luminarias extranjeras, y cargado de buen gusto y carisma, se convierte en el estandarte y reclamo del Nitsa. ¿A alguien más le viene a la mente la imagen de una bola de nieve? De un año para otro, las hordas hypsters que abominan de la electrónica, adoptan entusiastas el nuevo credo; el Sonar se populariza; y para cuando los protagonistas quieren darse cuenta de que su estilo de música ya no es marginal, la Cultura de Club se ha convertido en el nuevo paradigma de la modernidad.

Y si todo esto, te lo cuentan los protagonistas directos de la historia, con abundancia de material de archivo, y muchísimo sentido del humor, tenemos un documental que descubrirá muchas cosas al no iniciado, y que hará las delicias del amante de la electrónica. Y un digno colofón a la Sección Oficial de esta edición del Dock Of The Bay.